Yo puesta, lo que se dice puesta en deportes no estoy.

   Que algo de los deportes mayoritarios me suena, pues sí.  Que pueda comentarte algo entre café y café y marcarme un farol en plan controlo, pues también.
   De lo que no sé nada de nada es de la Pilota Valenciana, y eso que es un deporte muy practicado en Benidorm, donde he vivido los primeros 18-20 años de mi vida.
   Pero esta mañana ya lo miro con otros ojos, sobre todo a uno de sus jugadores insignia, porque ha llegado a mis manos un artículo que me ha conmovido hasta los cimientos, y yo, que soy un cacho carne como diría aquél, no he podido resistirme a compartirlo con aquellos de vosotros que aún desconozcáis la noticia.
   José María Sarasol,  es un conocido Pilotari, ganador y luchador como pocos, con una hija de 18 años, Anna. Hace un año y medio, tras notarla muy cansada la convencieron para realizarle unas pruebas y desgraciadamente se confirmó que sus riñones sólo funcionaban al 5%.
   Durante todo este tiempo de diálisis y esperas, al final ambos padres han resultado ser donantes compatibles con esta luchadora, aunque finalmente será por consejo médico, el riñón del padre el transplantado. 
   El 23 de Enero, en el Hospital Peset de Valencia, ahí tendrá lugar el renacimiento de Anna. Yo desde aquí estaré pendiente, con todo mi ánimo y mi fuerza.
   Este gesto de amor incondicional le da un sentido a la palabra Padre mayúsculo, porque antepone las necesidades de su hija ante todo.
   Así da gusto empezar el año, con ejemplos como este.
   Por tanto el 23 de Enero #todosconSarasol.

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