Una semana más, tengo la suerte de compartir en Mamá y Maestra una de mis reflexiones, en esta ocasión para hablar de los hermanos de los niños con discapacidad, en concreto de mi cinco y pico, mi hija mediana. En este enlace podéis leerlo.
   Cuando en una familia se da la circunstancia de tener un niño con lesión cerebral, si, además es el mayor, los siguientes tienen un difícil camino por delante, más si hay poca diferencia de edad.

   Mi hija ha sido un ejemplo de comprensión y madurez temprana, y durante su corta historia ha sufrido, y nosotros con ella, la problemática de no entender el porqué de la diferente atención a ella y a su hermano mayor, el porqué él no jugaba con ella, el porqué él no hablaba como ella…
   El tiempo nos ha enseñado a parar, a atender sus necesidades, pese a no expresarlas porque, si bien los niños con discapacidad requieren ayuda, sus hermanos hay momentos que nos necesitan más todavía.
   Para mí es un ejemplo. No puedo definir a esta pequeña mujercita de otro modo, con sus virtudes y defectos, rebosante de humanidad y de cariño por un hermano al que adora, protege y, sobretodo, entiende.
   Gracias por existir.

  

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