Ojo, que no es fácil…requiere años de práctica, horas de insomnio, una media de dos-tres hijos, cansancio extremo y un despiste tamaño Las Ventas como poco.
   Y es que frente a la novedosa Madre alfa, está la Madre Omega, la que pierde neuronas con cada grito filial, con cada noche en vela, con el agotamiento extremo y la sensación de no llegar a nada hasta que estratégicamente, su subconsciente comienza a tomar las riendas, metiendo la pata hasta límites insospechados para salir del paso.
   Te presento 5 tips para ser una madre medianamente cuestionable:
1.- Olvidarse tender la lavadora con los uniformes y babis puesta la noche anterior.
   Para solucionarlo, meter la ropa en el microondas, a potencia media a intervalos de un minuto, sacudiéndola con cierta cadencia hasta que el humo saliendo de los botones ajustadores del chandal y el tufillo a plástico quemado te indiquen que no ha sido una buena idea.  
   Prometerle a la hija que nadie se va a fijar (mentira cochina, el agujero se encuentra como no podía ser de otro modo, delante del todo, ahí a primera vista) y convencerla de que le vas a pegar un parche termoadhesivo chulísimo que nunca va a llegar.
   A pesar de esto, puedes seguir haciéndolo con otras prendas con algo más de cuidado, eso si.
2.- Olvidarse de recoger a uno de tres.
   Que te llame la responsable de extraescolares a las 17’30 y te diga que el niño está esperando en la puerta del cole desde hace media hora y ya no queda nadie, mientras estás tan pancha tumbada en el sofá con tu infusión relajante y el padre se encuentra sacando a la perra con los otros dos.
   En realidad esa vez se trató de un problema de comunicación marital, donde el reparto de hijos no quedó demasiado claro…
   De todos modos, que es uno de tres, que tampoco es para tanto, aún me quedan dos bien recogidos…
     No descarto que vuelva a suceder.
3.- Comerse el último paquete de esas galletas que enloquecen a tus hijos y echarle la culpa a la perra.
   Toda la mañana con la caja mirándote desde la encimera, te entra un momento de antojo inevitable y aunque los remordimientos están ahí, es superior a tus fuerzas.
   El recurso de la perra es fantástico: no se va a quejar, y los niños no se van a enfadar en demasía.
  Puedes utilizarlo con las empanadillas de la noche anterior (¿eh, papi?), último bizcochito Lulú nuggets…
   Muy utilizado en nuestro hogar.
4.- Prometerle algo  y olvidarte completamente.
   Cuando vuelve del cole y te lo recuerda convencerle de que lo ha soñado. Jurar y perjurar que nunca has dicho nada de lo que asegura que has dicho. Al final, cuando acaba convecid@, apuntillar con un «Ay cómo estamos hij@ ¿ves cómo necesitas dormir más?»
   Sí, lo sé…pedagogía extraña cuanto menos.
   
5.- Olvidarte del cumpleaños del amiguito de turno. Salir corriendo a comprar un regalo y ni comprar papel para empaquetarlo.
    Para salir del bochornoso momento: la culpa del niñ@, del que sea, que lo
      a) ha roto 
      b) ha rallado 
      c) no ha querido que lo envuelva…
   Una ocasión, tiempo ha que me pasó. Ahora tengo bolsitas molonas para meterlo dentro por si acaso.
   La perra también vale para salir del paso.
   Todas tenemos nuestros momentos, yo últimamente muchos, ¿y tú?¿Alguno del cual avergonzarte?
    

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