Pues sí, hoy caen 40. Virgen del amor hermoso, cómo suena. Pero qué razón tuvo aquél que popularizó lo de «los 40 de hoy son los nuevos 30», ¿verdad?
   Y es que creo que uno mejora con los años, de verdad. 
   A ver, una no tiene la cara de hace diez años, ni el melenazo, ni las carnes tersas y turgentes, para qué vamos a engañarnos. El estrés, la falta de sueño, las horas de llanto, las preocupaciones hacen mella, pero también los surcos en los ojos de reirse, de disfrutar con tus hijos, con cada experiencia nueva, con cada ciudad, con cada persona que se cruza en tu camino y te llega adentro, con cada estría y cada flaccidez que te recuerdan la suerte que has tenido de ser madre…
   Una ha cometido muchos errores en la vida, a montones, pero probablemente volvería a actuar como lo hice porque sino, no habría llegado a ser la persona que hoy en día soy.
   Si a la hora de elegir carrera en lugar de Psicología al final me hubiera decantado por Periodismo, probablemnte no estaría aquí, o no de esta manera.
   Si en lugar de elegir a mi marido hubiese elegido a otro, mi vida ni de lejos habría sido la mitad de enriquecedora, y lo que queda por delante, a pesar de los sacrificios y concesiones que el trabajo de éste suponen para mí como mujer.
   Hay tantos «Y si…»
   Pero cuando miro hacia atrás, sólo veo cosas buenas y aprendizajes valiosos.
  He aprendido lecciones de humildad a puñados, a tener pacieeeeencia, a no prejuzgar, a valorar lo que las diferencias individuales de las personas tienen de especial, a priorizar, a no frustrarme por tonterías.
   A que el dinero sí da la felicidad si con él puedes darle a tu hijo los tratamientos adecuados pero si no lo hay no pasa nada porque siempre hay salidas.
  A que hay mucha gente buena en el mundo, aunque nos empeñemos en demonizar a la especie humana cada vez más.
   He descubierto que soy fuerte, muy fuerte, algo que dada mi naturaleza debilucha nunca lo hubiera pensado, y que soy capaz de gestionar y organizar mis emociones cuando es necesario, aunque también me he convertido en una persona ansiosa, mucho.
   He aprendido a no envidiar a nadie, a disrutar de lo cotidiano, de la rutina, a que un juego sea una aventura, un pequeño gesto todo un logro digno de celebración, ¡¡y me encanta!!
   He perdido timidez, aunque sigo siendo reservada, y con mucho sentido del ridículo.
   He podido trabajar en lo que me ha gustado, durante poco tiempo, pero al menos no me he quedado con esa espinita.
   He sido una adolescente pánfila y tontorrona, a la que si pudiera encontrarme ahora cara a cara le pegaría un tirón de orejas y una buena colleja por pava.
   He disfrutado de amig@s, de prim@s, de hermano, de resacas, de conciertos, de monas, de viajes, de pareja, de hij@s.
   He sido una privilegiada al residir cinco años en un colegio mayor, cinco años que recuerdo como de los mejores de mi vida (CM Lluís vives descanse en paz)
   No he ganado ni una triste medalla de consolación en ninguna competición. De hecho el único concurso que gané fue en 8º de EGB en catequesis…Así de triste. Pero me tocó el gordo con mi 3, nacido el día de la lotería, y superando un Citomegalovirus contra todo pronóstico. ¿Soy o no soy afortunada?
   En fin, que 40 años dan para mucho. 40 años de experiencias, ¡¡y los que me quedan!!
   Y espero que los que vengan por delante me enseñen lo mismo o más.
   Un pedazo de tarta 2.0 para tod@s, que estoy que lo tiro.
   Muchos besos y gracias por estar ahí…

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