Cuentan que los niños y los borrachos dicen siempre la verdad.
   A veces, algo distorsionada, es cierto, pero te la sueltan, sin pudor y sin tapujos.
  La inocencia de muestras tiernas criaturas «es un regalo», «y una pena que la pierdan según van creciendo». 
   Ya, bueno, me gustaría ver a una de estas criaturas, ya crecidita, con barba y todo en su sitio, contar esas verdades de la manera en que ellos lo hacen y seguir sobreviviendo en la sociedad sin consecuencias vitales.
   No lo veo, no.
   El de 3 y la de casi 6 están en dos momentos distintos a nivel de desarrollo: uno acaba de abandonar su etapa de bebote como quien dice, y la otra está en plena transición al mundo de la primaria, con bastante picardía e idea (que no mala), y con una capacidad de decisión unilateral que intimida bastante.
   Pero ambos tienen en común su exceso de sinceridad, fomentado por otro lado desde casa. Y ese derroche de naturalidad nos ha sacado, no en pocas ocasiones, no los colores, sino que directamente nos ha cortado el riego sanguíneo del sofocón, al padre de las criaturas y a mí.

   – «Hija, qué guapa estás»
   – «Y tú mamá»
  – «No, yo no hija, mamá guapa no»
  – «Es verdad, tú no, pero eres muy graciosa…» (vestidas de domingo)
   -«Uy mami, tu tripa es grande y blandita, y se te nota debajo de la camiseta. ¡Como a Papá Pig!» (no, no estoy embarazada)
   – «Mami, por aquí es por donde papá nos trae con la perra. Y Rodri se cae todos los días rodando» 
  – «¿¿Por aquí?? ¿Por eso está lleno de morados y rasguños y heridas?»
  – «Claro, porque se hace daño pero papá dice que no te digamos nada» 
   – «Mira mami, cada vez que papá nos lleva al cole ya ha sonado la sirena»
   – «¿¿¿Ah, síiiiiii??»
   – » Sí, y llegamos cuando la fila está entrando pero no podemos decirte nada» 
   -«Me dolía la cabeza en clase»
   -«Pero si Mar no me ha dicho nada, ¿se lo has contado?»
   – «Sí, pero dice que a ella  muchas veces le duele el alma y se aguanta» (Esa profe, esa profe, eh, eh)
   -«Buenas noches peque»
   -«Adios fofa»
   -El padre intentando hacer una gracia, el de 3 me mira y dice: » Mamá, este tío está fatal, no ha tenido nada de gracia.»»No hijo, no la tiene»
   – En el metro, línea 10, lleno hasta la bandera: «Mamaaaaaa!!! Me he hasido un pedete!!!»
   Y tantas.
   No obstante, me encantan esos arranques de sinceridad, casi siempre a posteriori. Disfruto cada una de las palabras que mis hijos me dedican, aún con toda la verdad que llevan dentro. Más si delatan a su señor padre para qué voy a engañarme.
   ¿Y a vosotr@s?¿Qué verdades han sacado vuestros hijos a la luz?

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