4’20 A.M. El mayor se despierta. No un poco, del todo. Y nada puedo hacer, tras un mes enfermo, y haber pasado por fin una buena noche en la que ha dormido 5 horas, de verdad, aún tengo que dar gracias.
   Quiere comer.
   Y mi paciencia, que se ha debido de esfumar este verano entre horas perdidas de sueño no me da para un estado comprensivo. Yo me despertaré porque no me queda otra, pero aquí no desayuna ni Dios hasta las 6 como poco (al final siempre es un poquito antes, blanda que es una)
   Me lo llevo al salón para que no despierte al resto de la prole.
   Y a la media hora, cabezada más, cabezada menos, aparece el de tres.
   No me lo puedo creer.
   ¡Si ayer estuvo toda la santa tarde en la playa con su tío y llegó reventado!. Pero literalmente. Cenó con los ojos cerrados. En serio. Esto no es normal. Ni siquiera humano.

– «Mami, mamiiiii»-susurra-
-«A dormir»
-«Mami, mami, mami»
-«Ya está bien. Es de noche. A dormir. Vete a tu cama o a la mía pero a dormir»
-«Es que tengo que decirte una cosita»
-….
-«Mami, ay mami, hazme caso, que tengo que decirte algo»
-«QUE»
-«Es que tengo hambre»
-….
-«Tengo hambre. Tengo hambre. Tengo hambre»
-«Ahora no se come, Cuando sea de dia»
-«Quiero comer algo»
-«Te he dicho que no. Por favor, déjame dormir. NO te lo voy a repetir»
-«Quiero comer algo»
-«Ahora no»
-«Pues quiero decirte otra cosita»
-«QUÉ»
-«Qué, ya sabes…»
-«No, no sé»
-«Que no quiero dormir»
-«…Déjame que te pregunte. Por qué…»
-«Porque es aburrido»

   ¡Aburrido dice! porque madrugar y levantarse a las 5 de la mañana es la fiesta padre, hay que joderse…
   Me doy la vuelta en el sofá. Me observa y se deja caer encima mientras me da besos en la mano al son del «Quiero comer algo. Quiero comer algo. Quiero comer algo. Quiero comer…»
   No sé hasta dónde llega la capacidad de aguante humana. NO sé en qué punto se fríe algún circuito en estas situaciones. Sólo sé que en esos momentos de contención forzosa, mi úlcera incipiente me hace la ola porque cada vez ve más cerca su momento.
   Y así estuvo rezando hasta que a las 6 le preparé el desayuno a su hermano.
Doniuts-madrugón-insomnio-blog-mamá-desayuno

-«Ala, toma un donut y un zumo»
-«Qué bien, justo lo que quería»

10 segundos después

– Mami, no quiero más. NO tengo más hambre»
-«¡SI LE HAS DADO UN BOCADO!»
-«Si bueno, ya sabes,…, es que tengo sueño y prefiero comer cuando sea de día»
– «¿Y el zumo?»
-«Sabe raro»
-«Es el mismo que llevas tomando desde hace tres años. NO me cuentes milongas»
-«Es que me da vergüenza beberlo de noche» (En serio, lo de la timidez selectiva he de hacérselo mirar)

  NO hay emoticón en el mundo lo suficientemente expresivo para representar mi cabreo. Es imposible.
   Es que acabaría con todos los adjetivos negativos del dicionario de la RAE y aun me faltarían palabras
   Y así estamos acabando las vacaciones, a las 6’14 de la madrugada, ya todos en armonía y reunión, yo con tres cafés en mi cuerpo serrano, el rubio sin desayunar aún porque, oh my god, aún es de noche, la mediana con cara de pena y lástima porque la hemos despertado y el de 7 espachurrado en el sofá, más agustito que un San Luis ya que sus dolores le han dado un ratín de tregua

   6’34 A.M. El de 3 y pico «Mamá, quiero dormir…»
   Yo lo mato.

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