– Venga chicos, que nos vamos ir a Faunia, ¡otra aventura!
– Pero Luis, si acabamos de estar en el Zoo, por el amor de Dios, con todo lo que tenemos que hacer para la mudanza…
– ¿Qué tienes que hacer mujer, si ya está casi todo? Venga, ¡veréis qué súper aventura!
– Claro, como te vas una semana antes, así da gusto.  Por favor, qué pereza, más animales y con la solanera…

   Y tras intentar todas las argucias del mundo, nos vamos, mi tropa, mi migraña, mis pocas ganas, mi ocurrente marido y yo.

   Es sorprendente que, desde el momento en el que nos subimos al coche, el de 3 ya estaba viendo los cuellos de las jirafas, especialmente cuando en Faunia no hay. Pero, ¿quién soy yo para llevarle la contraria tras 20 «Sí los veo mami»?
  Realmente estas cosas las hacemos por él, el fanático de los animales, porque la verdad es que su cara y su ilusión no son comparables con nada. Cuando esa ilusión se convierte en histerismo verborreico, te das de golpes contra cualquier superficie por haber tenido semejante idea.

   – Mira mami, ¡un pájaro!, ¡un dinosaurio!, ¡un canguro!
   – Sí hijo, ahora deja de mirar el mapa y céntrate en los de verdad, anda.
  – Sí, porque ¡me encantan los animales, y soy un aventurero que no se rinde jamás, como Diego Go!
  – Ya, ya. Y súper valiente.
   – Sí, soy súper valiente.
  – Ajá. Ala, pues acércate a ese poni que está acariciando tu hermana y dile algo.
   -¡Noooo!, ¡No lo toques Aitana que te puede morder!
  – Mira ese pollo qué mono, ¿te acercas?
   – ¡Nooooo!, ¡No lo toques Aitana que te va a picar!
  – Vaya aventurero estás hecho amiguete…

      El tema funciona así, él coge el mapa, llegamos a donde sea que lleguemos, levanta la vista, mira, da un berrido del cual se enteran en la otra punta del parque, tal que así:

– ¡Mira, un armadillo!¡UN ARMADILLOOO!, ¡me encantan los armadillos mami!¿Lo has visto?
– Sí hijo, sí. ¿Sabías que los armadillos…?
– Bueno, vamos a ver otro animal.

– ¡Miar, un canguro!¡UN CANGUROOOO!, ¡me encantan los canguros mami!¿Lo has visto?
– Sí hijo, sí, pero es un Wallaby. Se diferencian porque…
– Que no. He-dicho-que-es-un-canguro.
– No es un canguro.
– Si lo es.
– Son distintos porque…
– Vamos a ver otro animal.

– Mira Alejandro, un titi.
– Bah mami, es otro mono.
– Hijo, no es otro mono, que hay muchos tipos, verás. Están…
– Que te he dicho que ya he visto los monos.

   Visto uno vistos todos. Cientos de años estudiando a los primates y mi hijo resume la taxonomía de los mismos en Monos. Bueno, para ser justos, Orangutanes y Gorilas.
   Lo bueno de Faunia, que la diferencia del Zoo enormemente es el respeto por los ecosistemas, de manera que muchos de los animales que la semana pasada no pudimos ver porque estaban torradísimos del calor y del sopor de agosto, aquí estaban súper activados. Y menos mal, porque nadie se imagina el coñazo de niño repitiendo a todas horas los animales que le faltaban por ver.
   Así que, al hacer un sondeo de la experiencia, mi hijo me resume la visita en:

COATÍES

   – ¡Un coatí mami, un coatíiiiii por fin!

   Y mi marido y yo encantados de conocer al coatí, animal que al parecer le rechifla y al que no pocas veces juega a imitar (si es que alguien sabe cómo se imita a un Coatí)
MURCIÉLAGOS QUE NO CHUPAN LA SANGRE

   – ¡Mira mami, murciélagos, murciélagooooos! Me da miedo la oscuridad, pero ¡murciélagoooos!!

  Mientras me aprieta la mano a dolor porque sí, le a miedo la oscuridad últimamente al pobrecito.
TUCANES

   – ¡Mira mami un tucán, un TUCÁN! ¿Podemos tener un tucáaaaan?¿Por fiii? ¡Ahh!¡Un Guacamayo amarillooooo!!!!!

PINGÜINOS

   – Venga chicos, vamos a ver los pingüinos, mirad cuántos hay,
  – Mamá – cuando me dice Mamá me mira con cara de cabreo o reprobación o de «peroquétonteríaestásdiciendo»- mamá, eso no son sólo pingüinos. Esos son Emperador, esos Barbijo, y esos Adelia. Ahhh y hay unos que son Humboldt pero…no lo veo…no sé….da igual.
 – Perdona hijo, ¿puedes repetir ?
– «Andan como patos haciendo garabatos,  y como nadadores somos los mejores, nos gusta mucho el hielo y con la tripa patinar y si hace mucho frío nos volvemos a juntar» Eso es lo que canta Diego Go de los pingüinos mami, y hay tres especies de pingüino Barbijo, Emperador y Adelia.
– Ah, vale hijo.
– Venga cantad conmigo, «Andan como patos…»

CAIMANES VS COCODRILOS

   – Mira peque un caimán.
   – No papá – otra cara de «papinoteenteras»- eso es un cocodrilo.
   – A ver, que es un caimán.
  – Que no, que es un cocodrilo porque los cocodrilos se impulsan con la cola y los caimanes con las patas. Y no tienen pinchos en la cola (luego entendí tras leerlo que se refería a hoyuelos en la cresta).

   A ver que a mí, un bicharraco de estos jovenzuelo me parece un mal bicho sin más. Como para saber si es un coco pequeñito o un caimán. Pero este sí lo sabe, sí lo sabe…
SERPIENTES Y BICHOS QUE NO ME INTERESAN
   Al final, ya dejando los animales venenosísimos para el final, que bien sabe Dios que me da la grima del mundo. mi pequeño algo acojonadillo pero con mucha dignidad me preguntó mientras nos sumergíamos en una entrada con boca de sepriente – muy tétrica-:

– Pero, ¿no estarán sueltos mami, verdad?
– Pues hijo, espero que no, porque ¿de qué otra manera iba a entrar tu madre ahí dentro si no estuviesen bien encerraos? Qué preguntas haces.

   Aquí ya el pobre, lo de arañas, serpientes y asquerosidades tales tampoco le fascinan y no veía la hora de salir.

   Y, como no hay excursión que se precie con niños cuyo control de esfínteres oscila más que el peso de una servidora…
 Venga chicos, un aseo, a hacer todos pis.

– Valeeee…

 5 minutos después.

– Mami, tengo caca-
– Hijo, me ha costado la vida encontrar una mesa libre. En cuanto tu padre venga de pedir vamos, que no podemos ahora. ¿Por qué no has hecho antes?
– Mi culete no tenía ganas… Ups.
– Ups qué.
– Que me he hasido encima. Demasiado tarde.

 Y ponte a limpiarle en medio del comedero, con toda la discreción del mundo, tirando hasta los calzoncillos a la basura y lo cambias.
  Dos horas depués

– Tengo caca,
 – A ver, acabáis de ir por favor hijo
– Mi culete no tenía ganas.
– Vamos anda, que ahí al lado está el aseo
– Ups….

   Y una cacota rueda por su pierna, ahí bien grandota. Y sin más ropa de cambio, empapando pantalones en agua y toallitas para dignificarlo lo más posible, mientras canta dentro del aseo «caca, caca, caca, pis, me he hasido cacaaaaaa». 
   Y, rezando porque no haya un tercer «tengo caca», concluye nuestra excursión a Faunia, que prometo será la última en verano, a la par que la mediana, que ha experimentado tirolinas varias grita:

   – ¡Ha sido el mejor día de mi vida! ¡¡Todos los jueves vamos a hacer estas aventuras chicos!! Y yo lloro.

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