A todos nos pasa.
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Cuando tenemos un viaje a la vista -ojo, no por obligación- preparamos las maletas con una alegría que da gusto, y el desplazamiento, por muy largo que sea, sabe a gloria bendita.

No importan los «¿Cuánto queda?» ni los «tengo pis» de turno, porque todo eso se pierde en los planes que mentalmente vas elaborando y en la ocasión por la que viajas: vacaciones, una fiesta, una boda que te apetece muchísimo…
Ahora bien, cuando llega la hora de volver, la cosa ya no mola tanto, ¿eh?
Te pasas un día haciendo malabares para preparar maletas, y comprobar que no te has dejado nada.
Y el misterio más misterioso de todos, ¿cómo puede ser que todo te cabía a la ida y ahora te haga falta una maleta más (u dos)??

Por más vueltas que le de uno a la ropa y a los zapatos, que no, que no hay manera de cerrar, ni sentándose encima.

Menos mal que una ya está curtida en esto del arte maletil. y le tiene pillado el truco a la organización de las mismas. Y digo una, porque claro está, este trabajo ya lo tengo asignado por decreto ley, tal y como comenté en un post anterior.
Pero lo mejor llega en el preciso instante en el que subes al coche, casi 500 km por delante, y, no has acabado de atar los incontables cinturones de seguridad cuando uno suelta un «¿Y queda mucho mamá?«
Yo, ingenua de mí, que contaba con que dormirían buena parte del viaje, y el resto del mismo se entretendrían como buenamente pudieran. Sí. Alguna queja, por supuesto, pero a cambio medio viaje en silencio silencioso. Porque les habíamos dejado dormir poco -menos de lo habitual- a propósito.
Pues no.
Ni una triste cabezada.

– ¿No tenéis sueño chicos?
– No, es que es de día
– Ya, pero así el viaje pasa más rápido
– Y cuanto queda.
– Mucho
– Y cuánto es mucho
– Casi cinco horas
– Y cuánto es eso
– 300 minutos
– Vale, empieza a contar mami…

Así que hoy quiero compartir con vosotr@s los componentes que conforman mis viajes con niños, a saber:
LAS CANCIONES
No han transcurrido ni quince minutos cuando la mediana, como es costumbre, comienza con su repertorio musical, que incluye desde el clásico Miliki, pasando por los Cantajuegos, Bandas sonoras, y canciones de clase, además de alguna improvisación, que ella es muy de cantautora. Y empieza la fiesta…

   – Un elefante, se balanceaba….siete elefantes….quince elefantes…
   -¡Aitana, calla, que quiero cantar!
   – Pues canta tú…se balanceaban…
   – Pero no puedo si tu cantas
   – Canta tú también…sobre la tela……
   -Pues vale, UN ELEFANTEEEEEEE!!!
  – ¡Jooo, que esa la estaba cantando yo! UN ELEFANTEEEEEEE!!!

LOS TÚNELES

Túnel-alerta-Niños-blogTras tropecientos elefantes después y un grito del padre, todo sea dicho,  vuelve a hacerse el bendito silencio, hasta que, a la salida de la autopista -inciso, hablo de unos 40 km desde la salida-, llega un túnel y el de 3 nos sobresalta con un

   – ¡Alerta, alerta chicos, todos alerta! Un túnel oscuro. ¡¡Tranquilizaoooos!!!

Esto se repite con cada túnel. Imaginadle en el de la M-30…
EL TORO DE OSBORNE

Y luego llegan los «Mira, ¡un toro!!«. Siete Toros de Osborne. Siete, Sabemos las localizaciones exactas de los mismos. ¿A nadie le escama la extraña fascinación de los mismos para los niños?
El de 3 en concreto está loco por saludarle y ordeñarle.
Lo que cuelga no son ubres hijo, no lo son…
Osborne-niños-Benidorm-Villajoyosa-niños-blog
LA VELOCIDAD

   – ¡Venga papi, dale caña y a toda mecha!!!
   – Hijo, no puedo ir más deprisa, está prohibido.
   – ¡Venga papi, que somos rockeros, a topeeee!!!

Por alguna razón para mis hijos ser rockero es ser súper transgresor, llevar la gorra del revés y un tatoo de Cheetos en el brazo. 
LAS AVES

– Veo un águila, ualaaaa!!!
– Es un estornino…
– NOOOO, es un águila
-Vale, lo que tú digas

– Mira. un Guacamayo escarlata.
-Hijo, es una paloma
– NOOOOO, es un Guacamayo
– Vale, lo que tu digas

– Alaaaaa….hay una caca de Pelícano blanquita en nuestro coche limpito y suavito
-Hombre, limpito….-contesta la mediana
-Díselo a tu padre, yo ya me he cansado
-Papi, hay que limpiar la caca de Pelicano que da asco
-Hijo, no pongo la mano en el fuego, pero con toda certeza creo que en un 99% de probabilidades no se va a tratar de Pelícano, créeme.
-SÍIIII
– Vale, lo que tú digas

Y entre los temidos Cuánto queda, me aburro, me hago pis, qué rollo y toneladas de guarrerías, por fin llega el deseado destino.
Sin embargo, no sé si será la madurez, la experiencia, la virtuosidad de una, que cada vez lo llevo mejor, mucho mejor. No me molestan tanto los gritos, ni la música, ni las peleas, ni los molinos, ni los toros…
Y es que ESTO tiene mucho que ver…
   Y 24 horas después las maletas sin hacer.

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