Si el avión sale a las 16`00, y el embarque está previsto 20 minutos antes, pues planeo mi salida a las 14’15. Que lo que menos me apetece es estar danzando por los pasillos con una repitiesa experimentada contándole a todo el mundo cómo es eso de subir a un avión, un enano espiditoso chillando «un avión, un avióooooon» y uno que no sabe muy bien dónde se ubica y se cabrea con el mundo, con el consiguiente espectáculo nada dicharachero.
   Así que, entended que apure mi salida lo máximo posible.

   Y en cuanto bajo del taxi y me dispongo a hacer una foto de la triada se muere mi móvil. Buen presagio, sí señor. Viaje épico y sin reportaje fotográfico. 
   Mi cabreo nada comparado a los sudores que ya llevo, y acabamos de empezar.
   Afortunadamente mi hermano me espera para echarme dos manos y dos pies porque llevo cuatro maletones XXL, tres equipajes de mano, tres niños y el bolso  más grande que puedas imaginar con todo lo inimaginable, como siempre que viajo.
   Llego a facturación y una cola del copín, y la señorita que la gestiona, al preguntarnos la hora de salida nos pone cara rara. Como no llevo ni reloj ni móvil, voy tan panchis y mi horario previsto en mi mente es perfectísimo. asi que me pongo a la cola.
   A los 30 segundos llega la señorita y me indica que nos saltemos la cola y nos pongamos en un mostrador porque si no PERDEMOS el vuelo. ¿Cómooooorrrr?

   – Tenían que haber estado aquí una hora antes. Van a cerrar facturación en breve.

   Menos mal que no me da dado tiempo a comer, porque de haberlo hecho habría vomitado allí mismo. Entre los nervios y el sustazo, ya sí que me entran los mil males.
   Y allí, en el mostrador, una pareja discute con el caballero que atiende. No sé qué habrá pasado, pero por la conversación que atino a cotillear deben llevar como media hora y no tienen intención de irse, por un problema de la agencia de viajes. 

   – Señores, insisto, si ustedes no se van ya estas personas van a perder su vuelo.

  Al final pasamos por la de al lado.
  La chica sofocadísima me pide los Dni, y cuando me ve con los ojos a punto de salírseme de las órbitas, y estoy a punto de meterle el libro de familia por la boca…

– ¡Ay, perdona! Son las prisas, que no hace falta.

   Entonces me acuerdo de la operadora de Serviberia y de su indicación de acudir al Consulado español para conocer las condiciones de vuelos con niños a Melilla.
   Vaya, con el maletón grande nos excedemos mucho mucho de peso.


– Pues necesita compensarlo, sacar de una y meter en otra.
– Las maletas están a presión, He tenido que sentar al mediano y la pequeña para poder cerrarlas. (LLevo tres días jugando al tetris para perfeccionar mi método de encaje maletil, así que no, no voy a abrirlas), dígame lo que tengo que pagar- seguido de un puchero.
– Bueno, no tenemos tiempo, pero sepa que esto no puede hacerse. Aquí tiene las tarjetas de embarque buen viaje.

   Me dispongo a pasar control de seguridad y, vaya, falta mi billete.

 – ¿Cómo? Espere un segundo. Riiig riiing….¿Cómo?¿Que han cerrado facturación? Pero es que han embarcado a tres menores y la madre se ha quedado fuera…sí, está aquí,,,,sí, ya se lo agradece ella….
Aquí tiene,

   Con el corazón a dos mil, imaginando a mis hijos solos en el avión, salgo volando y pasamos el control de aquélla manera. Lo bueno de viajar con niños es que te saltas todas las colas del mundo. La gente te mira con cara de odio, pero saco pechuga cuando paso por delante y les grito mentalmente: «chúpate esa, haber tenido tres niños»
   Resulta que la puerta de embarque es la K-94. Ya se me había olvidado….¿Sabéis la que está más lejos de toda la terminal, pero la más lejos lejos ya pegada al cristal? Pues esa, y nosotros en la otra punta.
   Y corremos, mientras la mediana y el pequeño me endosan mochilas porque se cansan de correr cargados, yo tengo que ir con una maleta de Tuc tuc, mochila, bolso y otra pequeñita, además del mayor en la mano, a todo con un vestidín algo prieto de caderas, que el verano no ha sido clemente conmigo.
   Paro y tomo aire, puerta 67 aún, Diosssss…

   – Mami, un avión, un avióooooonnnn….
   – VEN AQUÍIIIIIII, que no tenemos tiempo. 

   Y el mayor hiperexcitado.
   Llegamos y no encuentro el DNI, virgen del amor hermoso. Ah, que lo llevo en la mano. Y aún tenemos que esperar cinco minutos en la línea verde para poder subir.
   Por fin, nuestro avioncillo de hélice, necesito ayuda para subir al mayor que está aterrorizado.
   Ya todos en sus asientos, teniendo como vecino de fila al ilustre presidente de la ciudad autónoma, resumo el viaje sen 

-«Despegamos, ¡DESPEGUEEEEE!….»
– Schhhh, sin chillar
– TENGO HAMBREEEE
– Schhhh, sin chillar
– LUCHA DE OSITOS ROBOT ASESINOOOOSSS!!!!
– Schhh, Sin Chillar!
– Mami, estoy en el pasillo. Mami Armadillo, DAME UN ABRACITO
-¡SIÉNTATE Y NO CHILLEEEEES!

   Y el mayor hiperventilando hiperexcitado, chutado a Biodramina pero para mí que era un red bull enmascarado.
  1 hora y 45 minutos. Si me dicen que ha durado 6 horas me lo creo.
  Veo a maridín esperando, los suelto, cojo las maletas y no beso el suelo que piso porque está como una pocilga,
   Bienvenidos, bien hallados.
   No vuelvo a viajar sola con niños.

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