Dicen que en las ciudades pequeñas se vive mejor porque ganas en calidad de vida. Y yo siempre he compartido y defendido esta máxima…hasta ahora que he vuelto a vivir en una pero con hijos.
 Hay factores objetivos incuestionables como los atascos eternos y las distancias que, generalmente en las poblaciones más pequeñas no suelen alterar la dinámica familiar por no ser tan desmedidos.
    Pero al final, lo que determina esa calidad de vida se reduce al ámbito escolar, concretamente a la existencia o no de comedor en el centro educativo.
   Y no, no puedo entender cómo todavía hay centros que no cuentan con este servicio.

   Con todo lo que supone vivir en una ciudad como Madrid, salía de casa a las nueve menos diez, dejaba a la mediana y el pequeño en el cole y acto seguido me echaba una carrerita para no perder la ruta del mayor. Unos minutos estresantes, sí, pero compensaban el hecho de no tener que volver a recoger niños hasta las cinco menos cuarto de la tarde. Si era necesario, podía hacer uso de «Los primeros del cole» desde las 8 de la mañana, servicio que en algunos centros se llega a prestar desde las 7.
   Las jornadas eran de 9 a 12’30 y de 14’30 a 16 los pequeños, con las actividades a partir de esa hora, y el mayor de 10 a 16’30.
  Mis hijos llegaban a casa comidos, con la jornada escolar completa, con sus extraescolares realizadas y toda una tarde por delante para jugar, descansar o cuadrar otra actividad si les apetecía.
   Ahora aquí tenemos jornada intensiva en todos los centros. Yo nunca he estado de acuerdo con esto, pero no voy a entrar a debatirla porque en esta ocasión no es el tema.
   La cuestión es que las clases son de 9 a 14 (13’45 el de casi cuatro), en el caso del mayor de 9 a 13 porque el comedor aún no está aprobado por el MEC (estamos a 7 de octubre…).
   «Pues tienen toooda la tarde libre»
   Bueno sí, si no tenemos en cuenta que las extraescolares comienzan a las cuatro de la tarde, al menos en mi caso porque así nos han cuadrado.
   Dado que todos entran a la misma hora, he tenido que inscribir a los pequeños en el aula matinal para que mi marido los deje a las 7’45 de camino al trabajo. Yo, mientras se resuelve o no la solicitud de ruta, he de llevar al mayor al cole que está bastante lejos, por cierto, De hecho, vivimos en uno de los barrios que más lejos se encuentran, de ahí haber solicitado ruta, eso y que los problemas de equilibrio cada vez son mayores (véase su nueva herida de guerra con 4 puntazos en la ceja).
   Total, que todo el día corriendo, sin tiempo para tí ni para hacer prácticamente nada. Si ya disponía de poco tiempo libre ahora ya no lo tengo, directamente.
   Nos queda una hora escasa para comer, y algunos días tratar de hacer las tareas porque cuando tiene actividad física mi hija está tan cansada (por dormir tan poco) que no tiene fuerzas. 
(Inciso: las extraescolares las ha elegido ella)
   La historia es que hay días que salgo de casa a las tres y media, doy varios viajes a casa y llego a las siete y media.
  Veo  a mi marido por el pasillo, le saludo y me hace el relevo.
   ¿Esto es calidad de vida? ¿Así van a ser los próximos tres años?
   Y todo porque NO hay comedor escolar.
  Pero ¿POR QUÉ? No hablo de obligatoriedad, sino de dar la opción de usarlo a quienes lo requieran y establecer becas al efecto para las familias que lo necesiten de ser el caso. Porque no soy la única a la que su ausencia le trastorna sobremanera, ni la única que se queja de horarios de extraescolares, ni la que refunfuña porque se pasa la tarde en la calle como una recadera…
   La gente acude a los abuelos, hermanos o a tener la chica en casa que se encarga de recoger a los peques y preparar la comida, o bien hacer uso del aula hasta las tres.
   A ver, lo primero, las tres es tardísimo para comer niños tan pequeños. Imagina los míos, hoy se han quedado a las ocho menos cuarto, media hora de recreo y comerán sobre las dos y media. Ni que decir tiene que llegan tan cansados que no tienen hambre, sólo quieren descansar.
 Después,  ¿no sería mejor pagar un comedor que puede oscilar entre los 90-120 € y ahorrarse a la muchacha y el aula? Normalmente el servicio de comedor comprende esa hora posterior.
   Y después empalmar con las extraescolares.
  ¿Es un ejercicio de logística tan tan complicado?¿De verdad?  
 

 Para mí el comedor son todo ventajas:

– Variedad de platos
– Cantidades adecuadas elaboradas por nutricionistas (que los papás no acabamos de controlar, la verdad)
– Socializan e imitan
– Comen de todo porque no tienen alternativa y por presión
– Adquieren hábitos de higiene, turno, organización…

   ¡¡Y SOBRE TODO AYUDA A CONCILIAR!!!
  Padres que han de pedir reducción de jornada para recoger a sus hijos, ¿de verdad así es cómo construimos nuestro tiempo libre?
   Si yo trabajo estoy abocada a solicitar reducción de jornada con la consiguiente reducción de sueldo o a contratar a una persona sí o sí, con el consiguiente gasto. Pero el estrés de comer de pie o medio plato -que es cómo estoy ahora-  no lo va a solucionar nadie.
   El año que viene tendremos que renunciar a esas clases extra porque no pueden comer ni tan rápido ni ir a clase sin descansar, es de recibo. Mis hijos son primero, pero me da pena que no puedan desarrollar una actividad que les fascina porque los horarios escolares son irracionales.
   De verdad. No lo entiendo. Ganaríamos todos.
   

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