Una de las cosas más fascinantes de haber estudiado Psicología es que no dejas nunca de aprender ni de sorprenderte.  El cerebro es un regalo, un misterio, que jamás acabaremos de desenvolver ni de descifrar. Es apasionante cómo, 1300 gramos de masa cerebral regulan nuestro organismo, emociones, sensaciones, nuestra vida.
   Este es uno de los motivos porque me engancha, me cautiva la neuropsicología. De manera simple os cuento que es la ciencia que estudia las relaciones entre el cerebro y nuestro funcionamiento cognitivo, es decir, nuestra memoria, el lenguaje, el comportamiento, nuestra percepción del mundo…
   En ocasiones, a raíz de una lesión provocada por infecciones o accidentes se producen afecciones realmente importantes que pueden cambiar la vida de un paciente de manera drástica, como el caso que os voy a comentar.
   El domingo pasado me encontraba terminando un ejercicio de un curso, que no viene al caso. La tarea  a realizar era la visualización y análisis del documental «El hombre con 7 segundos de memoria»
   Clive Wearing, un afamado director de orquesta británico, sufría una encefalitis en 1985 a raíz de un herpes que le dejaba graves, gravísimas lesiones en el hipocampo (que es la estructura cerebral encargada de la memoria) de manera que su capacidad de retención quedó reducida a tan solo 7 segundos. Perdió la capacidad de almacenar recuerdos nuevos (Amnesia anterógrada) así como la capacidad de recordar hechos acontecidos antes del accidente (Amnesia retrógrada)
   Evidentemente es uno de los casos, por no decir el caso de Amnesia más extrema del mundo.
   Cada 7 segundos es un despertar. Él lo define como estar inconsciente.
   Desde que comenzara el calvario de la enfermedad lleva un diario en el que anota sus «despertares». Y, cada vez que hay uno nuevo, tacha el anterior indicando que el despertar actual es el real. NO tiene consciencia de haberlo vivido.
   NO puede leer un libro, ver la televisión o mantener una conversación. Porque no recuerda haberlo estado haciendo.
   Sólo recuerda su nombre, a su mujer, que tiene hijos, aunque no recuerda cómo se llaman y tocar el piano magistralmente.
   NO es consciente de saber música, ni de saber leer una partitura. Puede leerla y aprender melodías nuevas pero nunca va a ser consciente de ello. Es la única cosa que sigue reteniendo en su almacén a largo plazo. Misterios de la plasticidad cerebral.
   Un momento de la entrevista que me conmovió fue en el que la entrevistadora le preguntó:

– Si pudiera hacer algo, cualquier cosa, ¿qué haría?
– Tomar un Gin Tonic, escapar del tiempo y que llegara ella.

El amor, permanece.

  ¿Os imagináis más de 30 años viviendo esta vida? ¿Una vida sin sueños, sin recuerdos?
  Cuando leo casos así es cuando se me crea una necesidad vital de dejar un legado para los míos. Crear recuerdos, momentos, emociones que puedan conservar acerca de mí, vividos conmigo…
   Y atender a la importancia de la música, conservada tras una vida borrada. Probablemente almacenada en otro lugar, de manera independiente a los Lóbulos temporales donde residen nuestros recuerdos. Nuestro caprichoso cerebro es así.
   Un documental para reflexionar, ¿verdad?