– ¡Nena! ¡Pásate por la página que te ha tocado el Kamishibai!
– ¡Pero qué me dices! ¡Toma yaaaa!

Editorial Siete Leguas-Teatro Japonés-Lectura-#HoyLeemos-blog-lectura-…Y esta conversación transcurría en Octubre cuando Nessa, de Gololo y Toin, realizaba un sorteo de los chulos chulos por su segundo cumpleblog y mira tú que me tocaba a mí.
Lo sé, han pasado unos cuantos meses, no tengo perdón. Pero con la mudanza, tras leerlo lo tenía arriba de un armario y se me olvidaba. Cada vez que pasaba el plumero lo sacaba, lo leíamos y lo volvía a guardar, hasta que la semana pasada me pudo la vergüenza de las vergüenzas, sobre todo porque el pequeño me pidió hacer nuestro propio cuento y ya no tuve arrojos para volver a guardarlo y decirle que no. Y es que un Kamishibai es una ventana a la imaginación…

Pero, ¿qué es un Kamishibai?

Literalmente un «teatro de papel», con origen en el Japón del siglo XII y ahora muy extendido por estos lares.
Está compuesto por un «Butai» (Escenario) de madera y las láminas del cuento.
La idea es sentar al auditorio, o en mi caso, a mi pequeña progenie en el suelo o delante en unas sillas, o en el mismo sofá, y colocar el teatro en una superficie más elevada para que toda su atención se dirija al mismo.
Una vez preparados, se ordenan las láminas de manera correlativa con el dibujo delante; se introducen por la ranura del teatro y ya estamos listos para comenzar. En la ultima lámina leeremos el texto del dibujo que está delante, así que, una vez que hayamos terminado, sacaremos la lámina por la derecha y la colocaremos en el último lugar. 
No, no es difícil, para nada.
El kamishibai no sólo es una forma de contar cuentos muy muy divertida, sino que te ofrece la posibilidad de hacerlo en diferentes idiomas, de hacer una presentación ante una variopinta audiencia, o de hacer tu propio cuento.
Ese es nuestro próximo objetivo: hacernos con cartulinas tamaño A3 y comenzar a imaginar.
Es muy divertido ponerse delante y comenzar a narrar, como un cuentacuentos, dando énfasis, interactuando con ellos. La posición y la infraestructura te permiten darle emoción. Incluso se recomienda poner música de fondo para ambientar la historia.
En nuestro caso el cuento es «El gato sol», de la editorial sieteleguas, procedente del folklore vietnamita. 
Las ilustraciones son suaves, dulces, y la historia gira en torno a un joven campesino, Thuc-Sin, muy amigo de los animales que se encuentra un gatito muy triste en el bosque. Se lo lleva a casa, donde lo cuida durante años y lo acaba llamando Gato. Un día pensó que ese nombre no era el adecuado porque se trataba de un gato muy fuerte y listo, así que acudió en busca del anciano más sabio de la aldea, Voung-Quad del que se decía, sabía el nombre de todas las cosas. Y no te voy a contar nada más porque entonces perdería el encanto, ¡que lo tiene y mucho!
Al final el cuento viene a hablarnos de que todos somos igual de importantes e igual de valiosos. Una moraleja preciosa.
En definitiva, el Kamishibai es una manera muy original de presentar los cuentos, con mil opciones y oportunidades de hacer una historia de lo más especial, y lo mejor es que se puede personalizar y crear al mismo tiempo.

¿Te animas con uno?

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