Verano.
80 días de vacaciones.
Natación, talleres, colonias, campamentos, abuelos, sesiones de aburrimiento para estimular la creatividad y aún así llega un momento en el que os piden «más mamá».
Y tú, que te dispones a dejar la televisión como último recurso (aunque no lo vas a conseguir, ya te lo digo yo), te dedicas a buscar cosas sencillitas hasta que das con esto: económico, rápido y sobre todo fácil.
Hoy vamos a hacer PLASTILINA CASERA con pasta de sal. 
De todos es sabido que soy fan de las manualidades nivel #hastayopuedo como demostré en Halloween. Las complicadas se las dejo a La fábrica de los Peques o a Manualidades con mis hijas, que para eso son PRO.
Bueno, al lío. Siguiendo la receta de trucos de familia, conseguimos hacer algo bastante digno, y lo mejor, que nos llevó toda una tarde.

Vas a necesitar:
– Colorante de comida
– Harina: 3 tazas
– Sal: 1 taza
– Agua: 1 taza
– Aceite:2-5 cucharadas
Lo primero, buscar una superficie amplia donde trabajar, nosotros nos pusimos en la encimera de la cocina.
Ahora, mezclamos todo junto en un bowl grande y a amasar.
Viendo que a estos les costaba un pelín, al final opté por la Thermomix, y en un pis pas teníamos la masa lista.
DIY-manualidades-pasta-sal-fácil-thermomix-blog
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Y es tan sencillo como amasarla en una encimera con un poco de harina, hacer las bolitas que se quieran y echar el colorante necesario para tintarlas.
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Ojo, si no lo habéis usado aviso de que mancha y mucho.
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Luego, ya es cuestión de cortadores y moldes de plasti.
La textura es muy diferente, más pegajosa y limitada, pero la diversión es la misma. 
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Eso sí, si queréis reutilizarla deberá guardarse en bolsas herméticas, porque suele ponerse dura enseguida.
Os podréis imaginar cómo se lo pasaron mezclando, manchándose, tintando, utilizando el rodillo.
Este tipo de manualidades garantiza el éxito, por lo que los peques se ven muy reforzados y disfrutan muchísimo de una actividad a la que han contribuído activamente.
Os animo a que lo intentéis, porque hasta los más pequeñines pueden participar.
Al fin y al cabo, ¿a qué niño no le gusta jugar con plastilina?

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