Gripe-familia numerosa-blog-maternidad-humorLlevo unos días con un catarro enorme, de esos que te dejan fundida, sin fuerzas para nada.
Congestión, cefaleas, tos mortal, dolores de absolutamente todas las partes de mi cuerpo, incluídos ojos, cansacio, inapetencia…y, afortunadamente tan sólo décimas de fiebre (este es el momento optimista del día).
Los astros se han aliado y me han concedido varios días de gracia en los que, a pesar de ir arrastrándome por la vida, no ha sido hasta el viernes que he explosionado (que no explotado, gracias por el apunte marido querido). Así que gracias una vez más Karma por, al menos, dejarme enfermar en fin de semana. Soy afortunada en mayúsculas.
Y confieso, soy mala enferma.
Malísima.

No sirvo para estar tirada en el sofá cuando hay tanto por hacer, y no hablo de las tareas domésticas, sino de apoyar a la mediana en su examen de inglés, jugar con ellos, hacerles mimos, ver una película en la sobremesa disfrutando del silencio con mi marido, escribir en el blog…que soy un quiero y no puedo y eso me pone más mala aún.
No hay ganas ni fuerzas.

Total, que además de encontrarte mal, los remordimientos me hacen la ola, con lo que haces un pleno al quince emocional.
Asco de virus.
Y en esos días, no sé si a tí te pasa, yo busco comprensión. Algo de mimos. Sí, egoismo en estado puro. 
Quiero que estén pendientes de mí pero en su justa medida. Que me digan «no, no te preocupes por nada, que para eso estoy yo», «¿necesitas algo?»,»¿cómo estás?» y el mejor mejorcísimo de todos «dejad a mamá que descanse en silencio que está malita»
Ese es el momento de éxtasis que se debate entre el «Cómo puedo ser tan perraca» y el «pero es que estoy al borde de la muerte vírica». Maldita sea mi suerte que sólo pueda descansar cuando la parca me ronda, no hay derecho, no lo hay…
Gracias a los dioses, mi marido es ese yang de mi ying cuando caigo enferma, pese a no saber hacer coletas, ya lo he dicho en alguna que otra ocasión.
Agradezo infinitamente su preocupación esos días, a lo que podría acostumbrarme la verdad…Son los momentos del año más felices de nuestros hijos, que se ven rodeados de fast food y dietas anti Julio Basulto. La gripe de mamá se ha convertido en el nuevo Varhala infantil. Viva yo que hasta en los estertores de la muerte brindo alegría a mi prole.
Sin embargo, hay ocasiones en las que la manera de expresar su preocupación por mi -de mi compañero del alma- es un tanto, como diría yo, ¿curiosa?
Situación: viernes, media mañana. Mi cuerpo decide que no puede más, y ojocuidao que ha estado avisando toda la semana. Trato de buscar confort emocional en mi amado compañero de vida, y de paso pedirle que recoja a los peques. Un derroche de compasión, solidaridad, seducción, comprensión son sus palabras,
Luego algunos dirán que el romanticismo ha muerto.
Yo sólo digo, leed esta conversación (basada en hechos reales faltaría más) y juzgad vosotros mismos.

Y sí, hice realidad mi amenaza blogueril en forma de post,
¿Preocupado?
No mucho, la verdad.
Al final yo escribo, él me pregunta, yo me río, el se ríe, yo le explico, el me pregunta si es escarnio público, yo confirmo y así cerrramos el círculo del amor.
Algunos celebran San Valentín.
Nosotros hacemos de una gripe un gran acto de devoción parejil…

En fin, que, aunque sólo sea por esto, ya si eso podéis votarme para los premios Madresfera. Queda una semanita y queremos seguir en este top five tan estupendo. Así que aprovecha el domingo y dale al click—> https://goo.gl/5q0rO4

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