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Decidme si alguna vez NO os han hecho esta preguntita cuando érais pequeños.

Chirriaba, ¿verdad?
¿Y ahora?¿Se la preguntan a vuestros hijos?
¿Sí?

¿Y POR QUÉ?

Pero ¡qué manía señoras abuelas, tías, vecinas de pro que os empeñáis en hacer esa pregunta del todo innecesaria, a la par que molesta, irrelevante y con mala baba!.
No es una pregunta inofensiva, aunque haya personas que lo digan sin maldad, porque sí. No lo es. Tiene sus consecuencias.
Veréis, os voy a contar una microhistoria, basada en hechos reales.
A estas alturas de la vida exponerme no me supone ningún trauma, especialmente porque son verdades como puños y no me generan ningún malestar ni estrés.
La relación con la familia de mi padre, en estos momentos, es inexistente. Era regulera tirando a mal desde que tengo uso de razón. 
La cuestión es que, cada vez que íbamos a hacer la visita de turno la madre de mi padre o su hermana siempre, siempre, siempre me hacían la misma pregunta, una y otra vez: «¿A quién quieres más?«
Algunos pensarán, «eras una niña muy pequeña, no le darías importancia».
Error.
Sí se la daba. Se la daba de tal manera que dos días después ese estrés se somatizaba en dolores de tripa y herpes labiales.
Así que sí, si me enteraba.
Y el rizo llega cuando me insistían: «pero…tú tienes que querer más a papá».
La conclusión fue que, de manera inconsciente, yo relacionaba visita con ese estrés y enfermaba sistemáticamente. Así hasta que tuve la edad y la madurez suficientes para responder de una vez por todas y tomar mis propias decisiones.
Veo que estas situaciones no son aisladas, y, especialmente sangrantes en casos de malas relaciones entre los padres, las familias, separaciones…¡Qué poco queremos, cuidamos y velamos por el interés de nuestros niños! Qué pena.
Pero, ¿qué nos pasa a los adultos? A ver si nos entra en la cabeza que los niños son seres humanos. ¡Holaaa! Tienen cerebro, pensamiento y esas cosas que los hacen seres racionales. No viven en una burbuja, aislados de las palabras y gritos de los mayores. No. Se enteran. Otra cosa es que tengan las herramientas para afrontarlo, verbalizarlos, responder…
Porque tú le haces una preguntita a un pequeñín, y te va a decir la verdad. Los niños son así. En un momento determinado te puede responder, según el momento en el que le pille, que a papá, porque mamá le ha obligado a recoger la habitación y tiene un cabreo de dimensiones descomunales. Qué se yo. Y no lo hace con malicia, ni con intención. Le sale, porque sí. Pero eso ya genera un malestar, a tí, o al otro y al niño angustia.
Sí, sufren. 
Ellos más que nadie.
Ese tipo de preguntitas sólo esconden temores e inseguridades.
Así que el que las haga, que se lo haga ver, De verdad. Pero que deje a los niños tranquilos, viviendo su infancia, queriendo a quien quieran, enfadándose, riéndose, sin condiciones ni condicionantes.
Esto es un #meenfada en toda regla.

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