A pesar de toda la problemática que envuelve los ciento un mil trastornos que presenta mi hijo Rodrigo hay algo que siempre nos ha dejado una ventanita a la esperanza abierta: su intención comunicativa.

En el principio de los tiempos era algo sutil, tímido, cuando te llevaba de la mano para conseguir lo que necesitaba.
Hoy es algo más sofisticado.
«Claro, es que va creciendo y va madurando su capacidad de comunicación»
Craso error. En estos pequeños la madurez es un constructo imprevisible. Puede darse o no. Puede avanzar o retroceder. Puede estancarse para los restos. De ahí que, cualquier gesto, sonido, movimiento que denote intención es un regalo, sino divino, de nuestro universo conocido y los que nos quedan por conocer. 
Todo esto obedece al mejor presente que me han hecho en años, el mejor regalo por parte de él, #Elde10.
Os pongo en situación.
Nos encontrábamos él, el padre de la criatura y una servidora en el salón de la casa de mi madre lo que viene a ser perreando en el sofá. Rodrigo ha pasado unas navidades no muy buenas con el tema de la Encopresis (de la que que ya os hablaré otro día). Blanquito como la pared y desganado, cuando se encuentra mal hay pocas cosas que lo inciten a moverse y espabilarse, y una de ellas es salir con su padre y la perra.
Pues bien. Como decía me hallaba yo con mi mayor en el regazo, cuando mi marido comentó: «Me voy a sacar a Kiara antes de que sea más tarde que hace muchísimo frío»
Y en ese instante, Rodri se incorporó y comenzó a realizar gestos.
INCISO
El repertorio gestual de mi hijo es limitadísimo.Tan solo realiza unos cuantos movimientos y sonidos para indicar que:
1. Quiere algo / te quiere (indistintamente)
2. Que vayas o te vayas
3. Que es guapo (maravilloso, se lo enseñé yo…)
4. Yo, mi, me, conmigo, mío.
5. Hola y adiós, indistintamente…
6. Eructitos
7. Ronquidos
8. Y el último y más flamante toque en el pañal para indicar que quiere cambio. 
FIN DEL INCISO
El caso es que lo vimos aturullado haciendo gestos y le pregunté: «Rodri, dime, ¿qué quieres?», y entonces llevó a cabo la secuencia de comunicación más fantástica de la historia. Me indicó que ÉL QUERÍA, señaló a su padre con la mano, luego a la perra y me miró.
Le pregunté de nuevo: «Rodrigo, ¿quieres salir a la calle?»
Y me volvió a indicar la secuencia esta vez cogiéndome de la mano.
Le insistí: «Rodri, si quieres salir a la calle dímelo y VETE a por las zapatillas». Y eso hizo, me lo indicó haciendo una combinación perfecta de su único repertorio de gestos, se levantó y vino con sus deportivas blancas.
Los gritos de emoción de su padre y los míos, los aplausos, los besos, las felicitaciones y sus risas aún retumban por alguna dimensión.
¿NO OS PARECE IMPRESIONANTE?
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Esto, que parece tan simple, marca un antes y un después en toda su limitadísima capacidad de comunicación.
Nos abre una esperanza relacionada con los gestos y nos indica que su comprensión es mayor de lo que se cree (algo de lo que no hemos dudado nunca, pese a todas las pruebas estandarizadas que ha realizado)
No podíamos recibir mejor este 2018, llenos de esperanza y motivados hasta la médula, y todo gracias al esfuerzo de este pequeño valiente…
Os dejo con algunos de esos preciosos e impagables gestitos

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