En mi casa somos de los Reyes Magos, de toda la vida de Dios. Nos encanta todo lo que envuelve la festividad y meses antes ya estamos manos a la obra maquinando e indagando. Somos sus mayores fans y nos falta poner un letrero luminoso gigantesco en la puerta dando la bienvenida y a toda la familia haciendo la ola…
Mi costilla y yo siempre, siempre juramos y perjuramos que en nuestra casa nunca, nunca iba a haber regalos el día de Navidad. Porque no. Porque no es nuestra tradición, y, aunque lo entendemos, queremos educar a nuestros hijos de la misma manera.
Se ha integrado en nuestra sociedad para que los niños jueguen en Navidades durante las vacaciones, los negocios hagan más negocio y los papás podamos estar más tranquilos durante estos días de locos. Que no me parece mal, cada uno con us tradiciones puede hacer lo que crea conveniente.
Ahora bien, Papá Noel no tiene buzón ni cartero real, ni desfile con carrozas, ni sale en los belenes qué quieres que te diga. Bueno en mi Belén de playmobil sí, tocando el organillo al lado del pesebre, pero eso es una licencia artística…
Cuando yo era pequeña, en tiempos de maricastaña, te pasabas las vacaciones viendo las películas de Navidad, jugando con tu hermano y primas, aprovechando para ver las luces  y decoraciones, hinchándote a Suchard -de chocolate, el único y genuino-, y en definitiva echando imaginación al tiempo libre como han hecho los niños desde el pleistoceno. El día 6 te lo pasabas jugando y el día siguiente al colegio. Oye, sin trauma ni disgusto alguno. Ahora el 7 no hay clase, no sea que la transición después de 19 días de fiestas sea motivo de depresión post-vacacional…

Pero ay amigo, donde dije digo digo Diego.

Cuando las navidades pasadas mi hija de cinco y pico -entonces cuatro y pico- se levantó y se nos acercó a su padre y a mí con los ojos llorosos diciendo «Papá Noel no ha dejado nada», a mi costilla y a mí se nos cayó el mundo a los pies. ¿Qué hacíamos? Esa cara de tristeza se me ha quedado grabada en la retina para los restos.
Menos mal que la carta a los reyes estaba echada desde hacía tiempo y les hacíamos el favor de almacenar los regalos en casa, así que rápidamente improvisamos y sacamos un detalle para cada uno.

¡Uy, es que como es tan tan temprano aún no ha venido, verás en un ratito! y Así fue.
Por lo tanto sí viene Papa Noel a casa , pero ella ya sabe que viene de paso porque va a otros países y que a nuestra casa llegan los Reyes, que son los que de verdad van a recompensarla….y que lo que le regalen es para que jueguen todos.
El de casi tres, que ya empieza a entender, me preguntó ayer que cuando venía Papa claus con sus camellos y sus renos. A este me va a costar un poco más explicarle de qué va todo esto…

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