Un niño de cinco años recién cumplidos.
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Una niña de siete años y 7 meses muy pre pre pre adolescente.
Un niño de 9 años que no habla pero que se troncha viendo a sus hermanos aunque no acabe de entender la conversación de besugos.
Dos momentos evolutivos muy diferentes. 
Dos personalidades fuertes y muy definidas.
Y claro, últimamente las discusiones, que eran de higos a brevas, se han convertido en un must have mañanero, aunque he de reconocer que son poca cosa para lo que podían haber llegado a ser.
A veces hay algún empujoncillo, algún pellizquito, algún toque con muy mala leche.
Gritos hay muchos.
Pero sobre todo lo que hay son discusiones dialécticas de muy elevado nivel que llevan a extremos bizarros, en los que si bien me llevan al límite (nerviosamente hablando), la mayoría de las veces he de darme la vuelta y ocultar mi cara porque me descoyunto de la risa.

A saber:
– No te sabes el villancico bien.
– Pero yo lo canto así.
– ¡¡Pero que no te lo sabes, que es el mío!!
– ¡¡Pero qué más te da hija mía!!
– ¡¡¡Que no soy tu hija!!!
– ¡¡¡¡Pero que es una forma de hablar!!!!
– ¡Pues habla bien!
– ¡Pues me da igual!
– ¡¡Jolines, pero no te puede dar igual, que no está bien!!
– ¡¡Y a mí que me importa!!
– ¡MAMÁAAAAA!!!
Imagínese esto a las 6 y poco de la mañana, con un tono in crescendo, con caras cada vez más coloradas y brazos haciendo aspavientos extraños. Una conversación que dura mientras se visten, dura mientras se asean, dura mientras se ponen la chaqueta….Mientrastanto, #Elde9 observa y grita que es lo que hace cuando se hiperexcita: grita mucho y se ríe, lo cual cabrea soberanamente sobre todo a su hermana…
O bien:
– Mamá, ya sé que voy a ser de mayor (en voz susurrante super secreta)
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– Dime hijo
– Agente secreto
– Pero…¿no ibas a ser cuidador del zoo?
– No, porque los animales muerden
Y se oye al fondo
– ¡¡¿¿Ya se lo has contado??!!
– Nooo…que ahora tu hermano quiere ser agente secreto.
– Pues no puede porque me lo tengo pedido yo.
– Pero es que yo quiero que se me ha ocurrido.
– Pues no puedes.
– Porque tú lo digas.
– Jolin, ¡mamá!, es un copiota. – en ese momento los gritos dan paso a los llantos y sí, no son las 6 de la mañana.
– Pero que yo quiero.
– A ver, haya paz. A ver, hay familias en las que sus miembros ejercen todos la misma profesión. Los dos podéis ser espías.
– ¡NO!- al unísono.
– Jolines!!!!
– Hay un montón de profesiones muy chulas que podéis elegir
– Ya, pero para ser agente secreto hay que estudiar un montón.
– No, puedo ser cuando acabe primaria.
– Pues no listo, hay que ir a la universidad, ¿verdad mamá?
– Eso es. Y luego hay un proceso de selección de espías en el CNI.
– ¿¿El qué??
– Que sí, que hay que estudiar mucho.
– Bueno pues yo no.
– ¡Que dice que no va a estudiar! Pero no puedes, ¡Mamáaaaaa!
En eso que llega el padre y les dice algo así como que uno que sea del FBI y el otro de la CIA; y vuelta empezar:
– Yo me lo he pedido primero.
– ¡No!, ¡mentira!
Ese es el momento en el que te entran ganas de darte cabezazos contra la pared, porque la discusión deriva a un «si no sabes escribir, cómo vas a ser espía», o un «si erres una mentirosilla nadie te va a creer» and so and so.
Los días en los que la inspiración ya roza niveles de Premio Nobel son aquellos en los que se pelean por el colacao (sí, en casa somos #TeamColacao)
Por algún motivo se turnan cada día por la primera cucharada. No pregunto, No preguntéis.
El caso es que el día anterior ella le cedió su turno al hermano porque su leche estaba antes.
Total, que cuando se disponían a colacaizar la leche se mascó la tragedia:
– No, me toca a mí guapo.
– Noooo…que ayer fuiste primero tú.
– Porque me dejaste.
– Pues entonces me toca a mí.
– Ahhh…no haberme dejado, vamos por orden y me toca cuando me toca, y me toca ahora.
– ¡Que me toca a mí!
– ¡Dámelo!
– Pero que no respetas turnos, jolines
– Claro que sí guapi  (¡¡¡Claro que sí guapi le suelta!!!)
– ¡¡Que no soy guapi!!
– Sí lo eres, guapi, guapi, guapi
– Ala quédatelo tú, como siempre. Siempre te apoyan a tí. A mí nadie me quiere, soy tonta- a todo esto con lagrimones como puños.
– No eres tonta, eres muy lista porque haces sumas restas y hasta multiplicas a veces.
– ¡Que no sé!
– ¡¡¡Que sí sabes!!
– ¡Noooo!
– ¡Mamá…!! ¡Buaaaa!
– Mirad, dadme el bote. Yo os lo pongo y listo. No quiero escuchar ni un llanto más , que nos van a echar del edificio, por favor.
Estas conversaciones duran una media hora como poco. Lo bueno, que les dura lo que les dura e inmediatamente están como si nada, y son los más mejores hermanos del mundo mundial.
Es una sensación entre «los dejo castigados hasta los 37» o «me rio por no llorar de lo absurdo».
N os podéis imaginar las cosas tan dispares por las que se enfrentan, y no sé los vuestros pero por lo más sagrado contadme, a ver si eso de «Mal de muchos» es una verdad como un templo…

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