Una ya está acostumbrada a dormir poco y mal. Qué le vamos a hacer. Eso no quita que por la mañana no sea persona y me dedique a vagar cual extra de The walking Dead hasta que los respectivos cafés de turno hacen efecto. Pero dentro de lo que cabe se va capeando.
   Si el que pasa una noche toledana es mi señoresposo, una nube gris, pero gris, se instala encima de mi casa. Un humor del mismo color tiñe su estado de ánimo, porque ¡oh, sorpresa, el no dormir te pone de mala leche! ¿No me digaaaaaas? 
   Ahora bien. Si los que duermen poco y mal son el pequeño y la mediana  -menos de lo normal se entiende- el estado en el que se encuentran se define como Apalizables.

   La cosa está así. La mediana que ya tiene una edad, experimenta un subidón de adrenalina -supongo que para compensar- y transcurre el día con una verborrea inaguantable hasta que, sobre las siete de la tarde se le apaga el botoncillo y cae redonda. Donde sea, el suelo, la cama, el sofá…
   El pequeña entra directamente en otra dimensión, en la que la palabra inaguantable se queda corta.
  No os podéis imaginar lo bizarro del espectáculo cuando llega la hora de comer, o de recoger y tratas de razonar con él. Es surrealista a más no poder.
   Ayer, sin ir más lejos. Preparé espagueti con tomate. No, no me calenté la cabeza, lo sé, pero ni mis dotes culinarias acompañan, ni tenía fuerzas tras estar toda la mañana haciendo de maruja en casa ni tenía ganas, la verdad.
   
  – ¡¡¡¡Mami méteme para adentrooooooo!!!!
  – Voy, pero pídemelo bien sin gritar.
  – ¡¡Ay mami, méteme para dentro ya!!
  – No me grites y pídemelo bien.
  – ¡Ay mamiiii, yaaaa…!¿No ves que soy un niño y no puedo esperar?
  – No grites.
   – !Ay mamiiiii, que te lo he dicho mil veces! 
  Y tras un rato…
   –  Ay mami no puedo comer…
    – A ver, por qué
   – Bueno…porque… no tengo agua
   – ¿Tienes sed?
   – No
   -¿Entonces, porqué no puedes comer?
   – ¡Ay, que no digo eso! Que necesito el agua para empezar a comer, es que no me entiendes…
   -No, pero te pongo el agua y me siento que voy a darle de comer a tu hermano.
   Y me siento…
   – Pero mami, ¡que en este vaso no!
   – Qué más da, es un vaso.
   – ¡¡En este no!!
   – POR QUÉ
  – Porque es naranja y nunca me gusta el naranja,
   – Antes has bebido en el naranja,
   – Ya, bueno, pero…¡que no digo eso!
   – Da igual. Come, bebe y calla ya.
   – Pero mamiiiii…
   – No me levanto hasta que Rodri coma así que tú mismo
   Y mi hermano -su tío- que había venido a comer y pasar el día, ahí, ayudando.
   – No sé cómo aguantáis las madres. Pero qué cojones tiene el niño. Si está que se cae, míralo…
   Y quince minutos después, su hermano mayor había comido, su hermana estaba a punto de terminar y él seguía berreando porque el vaso no le gustaba. Se lo cambio por uno azul.
   – ¿Este vale?
   – Sí
   – ¡Ay que se ha caído aguaaaa! ¡Buaaaaaaa!
   – Ya la seco
  – Ahora limpia los espagueti
  – ¿QUE HAGA QUÉ?
  – Que los limpies
  – ¿Cómo que los limpie?¿El plato?
  – ¡Ay, mami!¿Es que no me escuchas? Los espagueti.
  – A ver hijo, cómo voy a limpiarlos…
  – Bueno… pues con agua.
   – Para qué.
  – Para que estén limpios
  – A ver, ¿para que sean blancos?
  – ¿Ay mamiiii!¿Como van a ser blancos si son con tomate?
   – Hijo, me voy a comer y apáñatelas.
   – ¡¡¡Pero mamiiiii!!!!
    Un rato después, no se cuántos suspiros y ejercicios de relajación  progresiva después, tras mi comida, las noticias, mi postre… ahí seguía berreando.
   – ¿No comes?
   – Es que no quiero comer
   – NO ME DIGAS… estás que te caes de sueño, mañana vuélvete a levantar igual. Venga a dormir.
   – ¡Que no tengo sueño!
   – Baja del taburete y acuéstate
   – ¡Que no puedo!
   – Cómo no vas a poder hombre…
   – Es que bueno,.. soy pequeño y me da vergüenza…
No pongo la foto en pelotillas por razones obvias
   Tres minutos y medio después roncaba en el sillón, en pelotas (mi hijo lo de llevar ropa en verano es como ponerse un traje de ortigas, le pica por todas partes), y yo desvelada por el estado de nervios tras una larga hora de comida y sobremesa.
   El próximo día le casco spagueti hervidos con sal y que se las apañe.
   

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