Tenemos drama familiar: el peluche preferido de Rodrigo ha dejado de funcionar.
Y con este ya van tres.
Una rabieta de dimensiones descomunales, enfado, golpes, gritos… entre intentos inútiles de hacerle entender que ya no va, y que las tiendas están cerradas para ir a comprar otro…
Porque el juguete preferido de mi hijo, de 10 años, es un peluche.
Si os confieso la verdad, me encantaría tener que llevarlo a las competiciones deportivas los fines de semana, como a su hermana; refunfuñar por tener que ir al parque para sacar la bicicleta de paseo o el monopatín; regañarlo para que dejase la consola y se pusiese a hacer los deberes; elegir con él libros de las últimas colecciones de lectura juvenil; echar una partida a algún juego de mesa…
Esas cosas que se supone hacen los niños de 10 años y medio para pasar el tiempo.
Pero no.
Rodrigo carece de intereses lúdicos. No sabe jugar, directamente. Le resulta tremendamente complejo.
Si acaso ensartar pinchos en un tablero durante un breve período de tiempo, o jugar con un pelota a lanzar y recoger. Ya.
Lo único que lo tiene medianamente entretenido (eso sí, tiene que ser en su cama) es un peluche Perrito aprendizaje de Fisher Price
Hace ya unos años, desesperados porque no sabíamos que comprarle por su cumpleaños hicimos la prueba y fue un éxito. No es que lo utilice como debiera. De hecho se suele estropear porque lo lanza al suelo, o le da a los botones repetidamente con gran fuerza hasta que dejan de funcionar. Pero sin duda los ratos, las risas y la felicidad que le reportan compensan los destrozos…
No sé si conocéis este juguete. Tiene más de 50 canciones, melodías y frases de aprendizaje que se activan mediante siete puntos de presión situados en las patas, la barriga, las orejas y el corazón luminoso .
Rodri tiene las suyas preferidas, así que presiona y presiona hasta que van apareciendo.
Lo cierto es que aprenden sobre las partes del cuerpo, las letras, los colores, a contar y más conceptos básicos. Además de tener que aprender a esperar, algo que no es fácil, ya os lo digo…
También es muy bueno para desarrollar las habilidades sensoriales y la motricidad fina. Al principio él daba manotazos, pero con el tiempo perfeccionó la presión y utiliza fuerza dirigida con un dedo.
Estos son los objetivos que se trabajan, por si os interesa:

Nivel 1 (Explora): a partir de 6 meses Primeras palabras y sonidos que despiertan la curiosidad del bebé. 
Nivel 2 (Interactúa): a partir de 12 meses Anima al niño a interactuar con preguntas e instrucciones sencillas.
Nivel 3 (Imita): a partir de 18 meses El niño da rienda suelta a la imaginación y descubre los juegos de imitación.

Peluche-autismo-TEA

En su día nos frustraba mucho y nos generaba cierta desazón verle jugar con un juguete de bebé, lo reconozco, pero con el tiempo vimos y valoramos los beneficios, y al final estamos encantados.

Peluche-autismo-TEA
Hemos intentado sustituirlo pero he de decir que nada, que el osito Julián (no recuerdo de qué tienda fue) se ha quedado en un amago de actor secundario y ahí anda, abandonado debajo de alguna cama.
¿Que no es el juguete que nos hubiera gustado? No. Pero conocemos a nuestro hijo, conocemos su punto de partida y sus límites (actuales). A partir de ahí la estimulación debe hacer su trabajo, a otro ritmo, pero está ahí.
Aunque no cumple la función de peluche como tal, porque esta ya la tienen asumida desde hace 10 años sus Kicos Nicos De Imaginarium, si es cierto que ha desarrollado un cariño enorme. Lo abraza, y cuando vamos a dormir le digo que le de un besito y hace el amago. Luego lo deja en un lado de la cama y abraza a sus peluches. Es un compañero de juegos, y entendemos que es positivo, muy positivo que interactúe con él.
Ahora toca ir a la búsqueda del cuarto, a ver cuánto le dura…
Contadme, ¿tienen vuestros peques juguetes preferidos que no quieren cambiar por nada del mundo? ¿Conocéis otras opciones de juego para niños con discapacidad intelectual o Autismo?

(NOTA: No se trata de un post patrocinado)

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