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Fuente: canal Costa Tv
Hoy no tenía intención de publicar porque me hice la firme promesa de dedicar más tiempo a los míos y menos a las redes durante las Navidades -hoy es un día de reyes con mucho que hacer-. Y, dicho sea de paso, casi casi que lo he cumplido a rajatabla.
Pero…¡ay los peros!…ayer por la mañana abría el ordenador y me encontraba con dos noticias que me rasgaban: una en la que se hacía eco del fallecimiento de Natalia, una pequeña de 7 años con una enfermedad rara y otra en la que se denunciaban los cortes de luz en Villablanca (Huelva) que ponían en riesgo la vida de una niña de tres años y medio, también afectada por una enfermedad de las denominadas poco frecuentes. 

Montse padece Mucolipidosis tipo II, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a los lisosomas, de la cual existen poco más de medio centenar de casos registrados, tres de ellos en nuestro país.  Los lisosomas son estructuras que contribuyen a la desintegracion de células de deshecho, dejando espacio para unas nuevas (simplificando muchísimo). Este desorden celular supone graves afectaciones a nivel respiratorio y óseo que implica un 72% de minusvalía.
Para sobrevivir, Montse DEBE permanecer 18 horas al día conectada a un concentrador de oxígeno de alto flujo y 12 a un bypass. 
Pero resulta que en pleno siglo XXI cada vez que hay lluvias o mal tiempo se interrumpe el servicio o se producen microcortes, produciendo además, averías en el soporte.
Muchos de nosotros, sin tener ninguna electrodependencia lo hemos vivido y nos ha ocasionado más de un inconveniente. Recuerdo cortes de horas con un bebé y niños pequeños, sin manera de calentar comida y a base de mantas y chaquetones para mitigar el frío.
Pues imagina cuando de esa electricidad depende tu vida. 
Así es. 
Y no es cuestión de sensacionalismo ni victimismo.
Cada vez que se producen cortes de luz, que ese soporte vital se ve interrumpido, Elena ve cómo la vida de su hija pende de un hilo porque, ¿sabes qué ocurre si la maquinaria deja de funcionar?, que Montse no puede respirar. Así que toca salir corriendo al hospital que es precisamente lo que pretende evitar ese soporte, los ingresos.
Una familia que paga religiosamente sus facturas, que dependen de ese servicio y que, ante las reclamaciones reciben como respuesta perlas del tipo:

«si el estado de salud de su hija empeora, vaya al hospital”,
“llame dentro de una hora si no se soluciona el problema”
“compruebe si el resto de vecinos del municipio también están sin suministro”
“no podemos ayudarla”.

Entre la pobreza energética y estas situaciones, señores, la electricidad se está convirtiendo en un 
artículo de lujo. Parece ser que obtener luz, calor, una fuente de energía es un capricho comparable a los pañales, por ejemplo. ¡Ay que ver, en que queremos gastarnos «los dineros»! Y si no podemos disfrutar de esa electricidad, pues tampoco pasa nada, ¿no? Para eso existen las velas y las fogatas…
Numerosos medios se han hecho eco, entre otros la Plataforma de Atención temprana de Andalucía, que insta a la máxima responsable, la presidenta de la Junta, la Señora Susana Díaz a responsabilizarse de estas situaciones y poner medios, como por ejemplo, algo tan lógico como un generador de emergencia (ya veremos si hay respuesta).
En fin, que si, que los operadores no tienen culpa pero las compañías no pueden escudarse en esos principios de objetividad y rutinización del servicio. Porque no. Porque hay casos que deben ser tenidos en consideración aparte. Porque hay que cuidar los servicios técnicos y, por favor, que a estas alturas de desarrollo tecnológico de la humanidad…estas cositas deberían estar más que solucionadas. Porque la profesionalidad de la atención al cliente no está reñida ni con la educación ni con la empatía.
Y porque carajo, en este caso la vida de una niña está en juego. ¿Eso no basta?
Disculpad este #mecabrea, pero siguiendo con los hastag, es un #yoprotesto de campeonato.

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